Mabel, Jhon y la Copa «ATILIO GARCIA»

Rodolfo «Pantera» Rodríguez.
21 enero, 2022
En noche lluviosa, Nacional hizo agua.
8 febrero, 2022

Mabel, Jhon y la Copa «ATILIO GARCIA»

Era un match amistoso, pero para muchos tenía otro sabor.

Enero de 2022, mes de muchas lluvias en la República Oriental del Uruguay, lunes 24, la nochecita caía regalando postales en el Gran Parque Central, barrio La Blanqueada en Montevideo.

Nacional, en plena preparación con agenda cargada de partidos, ingresa con equipo alternativo para enfrentar al conjunto argentino de Sarmiento de Junín, allí justamente donde nació el máximo goleador y el ganador llevaría la Copa.

Partido internacional amistoso, pero desde el momento que la Copa en disputa lleva el nombre de “Atilio García”, automáticamente deja de tener ese carácter y pasa a ser una obligación obtenerla para el simpatizante tricolor.

No solamente por lo que significó Atilio para Nacional y el fútbol uruguayo, también tenía otra arista digna de resaltar, estaba en el Gran Parque Central su hija Mabel para realizar la entrega de la Copa.

Una historia verdadera, atrapante y emocionante, que nuevamente tiene héroes de a pie, como ayer fue Matías con Manga, hoy podemos mencionar el nombre de Jhon, un muchacho que desde el silencio tiene gestos destacables.

Atilio Ceferino García Pérez nació justamente en Junín un 26 de agosto de 1915, algunos afirman que fue en 1914, llega a Nacional en el verano de 1938, podemos decir con golpe de fortuna o no.

Atilio Narancio , presidente del Club Nacional de Football por entonces fue a Argentina en busca de un delantero boquense, al final no concretó su ficha y para no venirse con las manos vacías, le dieron una lista de jugadores de segundo nivel.

Tomó el papel tranquilamente, leyó con atención nombres verdaderamente desconocidos, respiró hondo, pero le llamó la atención el nombre de un jugador, “Se llama Atilio como yo, así que debe ser bueno” comentó en una especie de justificar la elección, intuición de los grandes, recordar que Narancio fue el hombre que hipotecó sus bienes para que Uruguay concurra a las Olimpiadas de 1924, de allí es llamado “Padre de la victoria”.

Atilio García, un delantero que no pudo afirmarse en Boca Juniors tras llegar desde Platense, arriba a Montevideo con una deteriorada valija de cartón, entreverado entre turistas, una prueba en el horizonte que le cambiaría la vida.

15 de enero de 1938, presentación sin mucho ruido ante Chacarita Juniors, el primer tiempo de ese debut ante el conjunto argentino no demostró mucho, ponía ganas, pero no colmaba las expectativas, el técnico escocés Reaside ya lo tenía decidido al cambio y mandó a aprontarse a otro jugador para suplantarlo en la segunda mitad.

 En escena aparece el capitán Roberto “Tano” Porta quién le expresa al DT con mucha seguridad y personalidad, “déjelo, que juegue un rato más, parece guapo”, se suma al pedido Héctor “Manco” Castro, “haga el cambio, pero el que salgo soy yo”.

La leyenda marcó que ese 15 de enero de 1938 no solamente jugó “un rato más”, ganó Nacional 3 a 2 y marcó 2 goles, era el comienzo de una carrera espectacular e inigualable para el mayor goleador que haya pisado una cancha en nuestro país.

464 goles en 438 partidos, 35 en clásicos, 4 en uno solo de ellos que es récord en la historia de nuestro fútbol, también conquista una decena de goles con la selección celeste y fue varias veces Campeón con Nacional y goleador uruguayo en 8 oportunidades.

Atilio se casó el 15 de febrero de 1941 con María Isabel Asuaga, las 3 hijas que componen el matrimonio son Mabel, María Cristina y Ana María.

Grande dentro y fuera de la cancha. foto extraída del libro de Atilio.

Fue tal el cariño y agradecimiento de la parcialidad tricolor, que le obsequiaron una casa un hogar, tanto afecto demostrado en cuatro paredes, el goleador y su familia agradecidos.

La vida continuó, Atilio falleció en el año 1973 pero se quedó a vivir eternamente en la memoria de todos, incluso una de las tribunas del Gran Parque Central lleva su merecido nombre.

De aquel matrimonio de Atilio con María Isabel quedaba un brote, con más de 80 años, Mabel, una de sus amadas hijas, que no la estaba pasando nada bien.

La dura noticia llegó a un grupo de amigos tricolores, entre ellos estaban Jhon, la situación era sinceramente compleja, había que actuar rápido.  

No se esperó nada, ameritaba ejecutar rápido, se empiezan a mover los hilos, por verdaderos héroes anónimos, como Enrique, que tomó su auto y salió a golpear puertas encontrando eco rápidamente a su petitorio.

Se contactaron con Mabel, una persona maravillosa, le cambiaron la vida brindándole amor, alimentación, salud y una atención sencillamente formidable.

Más detalles no sumarían al noble gesto de este grupo, había que cambiar el rumbo y lo lograron.

Ella con su nueva dentadura – gracias al aporte desinteresado de un dentista bolso –  volvió a sonreír desde el corazón, como aquellas jornadas en los brazos de su padre, que cambiaba de personalidad, del serio y guapo goleador en la cancha pasa a ser un tierno y amoroso hombre que amaba y cuidaba su familia.

La mujer triste, olvidada, ahora encontró una gran familia, una nueva vida, ese mañana que ya no vislumbraba con certeza.

Cuando el juvenil Vila remató con potencia y metió el golazo para el triunfo, corrió locamente, tomó la camiseta y besó el escudo, un gol muy festejado, mientras allá arriba Atilio cerró los ojos y los puños recordando uno de los tantos goles que convirtió y ofrendó a otras generaciones en esa misma cancha, acá abajo, Mabel se emocionó, apretó fuerte la mano de Jhon, le trasmitió una descarga de agradecimiento.

Terminó el match, ganó Nacional y allí ella, coqueta, con la camiseta de Nacional puesta, pisó el césped del Gran Parque Central, con fuego en su pecho entregó la Copa que nada más ni nada menos llevaba el nombre de su amado padre al arquero Martín Rodríguez, capitán tricolor, la levantó para que estuviese un poquito más cerca de Atilio, enseguida el plantel posó para las fotos, fueron caricias al alma.

Atilio en el cielo se puso de pie, tras secarse algunas lágrimas, aplaudió al hincha y a los muchachos, pero sobre todo a Jhon, a quién no dudo que paz interior recorrió su alma, meta cumplida para este hincha que nos representa realmente.

La palabra emoción describe esta foto de Day Ravelo.

Vaya si no era un amistoso más ese partido.

Otro gesto de enorme grandeza de los hinchas del Club Nacional de Football.

Raul Ruppel

Foto: Gentileza de Day Ravelo, el cuál agradezco de corazón.

Escribe el corazón.

1 Comment

  1. Vimer dice:

    Como haces llegar lo que sentis.
    Se nota que escribe el Corazón

    Enorme Mabel, enorme la agrupación.

    Gracias Raúl